Algunas veces, los canallas de VACUNO DE ÉLITE terminamos contentos la semana. Son pocas veces, lo reconocemos. Casi siempre, llegamos al sábado con el ceño fruncido y enfadados, porque estamos hartos de la imagen que se quiere ofrecer de nuestro sector en los medios de comunicación tradicionales y en una sociedad que es más permeable cuanto más alarmista sea la noticia. Que si riesgo de cáncer, que si alergia a la lactosa, que si maltrato animal, que si emisión de gases invernadero desde la ganadería…

Hoy estamos contentos porque podemos desmontar una de esas fantochadas que nos soliviantan semana sí, semana también. Se trata precisamente de la última, de que las vacas contaminan. A los que dicen esas cosas, científicos de Oxford incluidos, les recomendaríamos que se dieran una vuelta por los montes asturianos o por la dehesa extremeña y que nos cuenten qué tal lo de la contaminación. Y que luego se vayan a Oxford y comparen.

Esa noticia que hemos leído durante la semana, aunque sea de hace un par de años y ha vuelto a estar en varios medios digitales por esos misterios de internet, es el hecho de que una explotación estadounidense de vacuno de leche es capaz de producir el 70% de la energía que consume gracias a las deyecciones de sus animales. Sí, es verdad. Es cierto que se trata de una explotación de 11.000 vacas lecheras, algo casi impensable a este lado del charco oceánico, pero las conclusiones que hay que sacar es que es posible desmontar los mitos con los que nos aburren los apocalípticos con realidades contrastables. Además, imaginen lo que tiene que ahorrar esa explotación en energía. Por mucho que se haya depreciado el dólar con la victoria de Trump…