Hace unos días salía una noticia sorprendente, inimaginable hace apenas un par de meses. Así lo señalaba, por ejemplo, el diario El País: “El cierre de grandes mataderos en Estados Unidos ha provocado que los centros de consumo no están recibiendo las cantidades acostumbradas y, los granjeros que alimentaban a los mataderos no tienen a quién venderle su ganado, lo que está provocando que ellos mismos sacrifiquen a miles de animales. Estados Unidos, el país que consume la mayor cantidad de carne per cápita en el mundo, afronta el peligro de desabastecimiento en los supermercados debido al coronavirus. La preocupación ha llegado al punto de que Donald Trump ha invocado la ley de Producción de Defensa para forzar a las plantas procesadoras a permanecer abiertas y así evitar la escasez de suministros”.

Está claro que la crisis del coronavirus ha cambiado muchos aspectos en la sociedad… y está claro que también va a cambiar en el futuro. Este aspecto hace que se valore aún más la importancia de los ganaderos que son capaces de producir carne de una forma segura y responsable. En los tiempos actuales, se está valorando cada vez más al sector primario. Entre tanta desgracia, quizás sea uno de los aspectos más positivos.