El Colegio de Veterinarios trata las resistencias antimicrobianas
La Junta Interterritorial de la Organización Colegial Veterinaria Española trató en el último pleno el problema de las resistencias antimicrobianas, con la finalidad de abordar cuál es la situación actual, conocer el alcance de la cuestión y debatir cuál debería ser el papel de los veterinarios ante este problema de importancia creciente en el mundo. Para ello invitó a Consuelo Rubio, jefe del Departamento de Medicamentos Veterinarios de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
En la intervención inicial del presidente de la Junta, profesor Badiola, se puso de relieve la trascendencia que el fenómeno de las resistencias antimicrobianas ha alcanzado y, sobre todo, la responsabilidad que asumen los veterinarios en el asunto. Procedió a dar la palabra a la invitada para que, como persona directamente implicada en los planes diseñados al efecto para hacer frente al problema, expusiera la estrategia que lleva a cabo la AEMPS.
La invitada comenzó definiendo la resistencia antimicrobiana como la capacidad que tienen las bacterias de sobrevivir, incluso de crecer y de multiplicarse, en presencia de aquellos agentes que son antimicrobianos, preferentemente antibióticos, que a concentraciones normales o las mataría o al menos las inhibiría en su crecimiento. Indicó además que las cepas resistentes constituyen un fenómeno natural y que tras el uso reiterado de antimicrobianos tarde o temprano las bacterias mutan. A lo largo de los siglos han mutado, pero no a la velocidad en que lo están haciendo últimamente, y eso sí que es debido al uso intensivo y abusivo de los medicamentos.
Las resistencias antimicrobianas existentes son una consecuencia del uso inadecuado de los medicamentos, tanto humanos como veterinarios, pero también del mal uso que se hace de estos medicamentos en sanidad vegetal, en organismos genéticamente modificados y, aunque no sea bien conocido, hasta a las lechugas se les administran antibióticos como factor de crecimiento. Estamos no solo ante un problema de salud pública, sino también de seguridad alimentaria.
Las resistencias antimicrobianas son una prioridad mundial, aseguró Consuelo Rubio. Solo en Europa mueren 37.000 personas al año y más de cuatro millones enferman anualmente en los hospitales por infecciones que llevan a aquellas a la muerte. En Estados Unidos la cifra asciende a 70.000. Provocan más muertes las resistencias antimicrobianas que el sida, más que una gripe anual y más que la diabetes. En España la cifra, aunque algo anticuada es de 2.500 muertes al año, que además conlleva un coste sanitario y social de 150 millones de euros.
La OMS, en mayo del 2015, emitió un plan global de acción contra las resistencias antimicrobianas que sigue las directrices que ya previamente habían tomado tanto la FAO como la OIE. Las tres organizaciones indican que es necesario establecer planes de acción en todos los países y hay que ayudar a esos países a que los ejecuten. Planes que no dejan de ser más que medidas para contener las resistencias.
Es un reto lograr el crecimiento de animales sin necesidad de utilizar antibióticos para curarlos o como profilácticos. Los medios de comunicación informan a menudo de que los antibióticos que administramos a los animales afectan al consumidor. Y a este respecto es preciso transmitir un mensaje muy claro. En España no se consumen antibióticos, ni con la carne ni con los derivados de los animales (leche) porque para eso existe un Plan Nacional de Investigación de Residuos y por ello los medicamentos, incluidos los antibióticos, tienen un tiempo de espera, un tiempo de retirada de tal manera que las carnes, cuando llegan al consumidor, no contengan antibióticos. Pero lo que sí pueden transportar son genes de resistencias.