Posibles riesgos de introducción de la fiebre aftosa en España
La fiebre aftosa es una enfermedad que afecta a los animales biungulados (de doble pezuña, como son las vacas, las ovejas, las cabras y los cerdos) provocando la formación de vesículas en la zona del morrro y pies principalmente. Como consecuencia el animal no puede comer, hace ruidos de labios y cojea, a veces incluso se le cae la pezuña, deja de dar leche, adelgaza y en algunos casos se muere por problemas cardíacos. Así lo recuerda Jordi Casal, en la página web del CReSA.
Las vesículas, que se llaman aftas, son las que dan nombre a la enfermedad en los idiomas latinos y la localización es el que da el nombre en otros idiomas como el inglés y el alemán: ‘Food-and-Mouth disease’ y ‘Maul und Klauenseuche’.
El brote que se presentó en Inglaterra en el año 2001 afectó a unas 3.000 granjas y supuso que se sacrificaran más de tres millones de animales con un coste económico y social muy elevado. Es la única vez que la primera plana de los diarios y la primera noticia de las televisiones estaban ocupadas por una emergencia veterinaria sin implicaciones en la salud humana, que además pasaba en una isla a un millar de kilómetros de aquí.
Hay varias razones, en primer lugar es una de las enfermedades más difusibles entre las que afectan a los animales, por lo que se transmite muy rápidamente entre animales y granjas de los territorios que previamente estaban libres de la enfermedad. Por otra parte, es una enfermedad que puede suponer unas pérdidas económicas muy importantes, por las mermas en la producción, pero sobre todo por las dificultades comerciales que supone tener la enfermedad: un país afectado no podrá exportar ni animales vivos ni carne con el gran perjuicio económico que ello puede suponer. Es por tanto una enfermedad muy importante y uno de los dolores de cabeza de las autoridades en sanidad animal del todos los países.
Actualmente, la enfermedad afecta de manera endémica buena parte de los países africanos y asiáticos. Está lejos, a algunos miles de kilómetros de casa, y en países con los que hay pocas relaciones comerciales, pero hay posibilidades de que llegue. Por esa razón, los servicios veterinarios deben tener a punto planes de contingencia para no tener que improvisar, los laboratorios deben tener a punto las técnicas diagnósticas pertinentes y los veterinarios y ganaderos deben tener presente la enfermedad para diagnosticarla rápidamente.