Las noticias de administraciones públicas hablando de forma positiva de las razas autóctonas e incluyendo medidas para su fomento son habituales en la actualidad del sector vacuno español. Para muestra, un botón. Hace unos días, la consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local de Navarra, Isabel Elizalde, abrió unas jornadas técnicas señalando que la administración “quiere potenciar el servicio público que ejercen agricultoras y agricultores en la conservación y mantenimiento de la biodiversidad, así como alertar sobre el desafío que supone la pérdida de esa biodiversidad en las últimas décadas”. En este contexto, aludió a la necesidad de apoyar las razas autóctonas.

Desde luego, desde este modesto rincón sabatino, nos encantan todas las iniciativas que sirvan para favorecer a los productores de carne vacuno. Una buena parte de nuestro sector cuenta con razas autóctonas en sus explotaciones y las explota para poder producir carne de calidad. Sin embargo, este hecho no nos puede nublar la vista y debemos darnos cuenta de que aquí todos son productores de carne, tanto los ganaderos de razas autóctonas como los de foráneas especializadas en la producción de carne. Todos merecen un respeto y, además, todos se merecen un empujón en los momentos en los que el mercado se lo pone difícil al sector primario.

El suministro de alimentos seguros y de calidad debería ser uno de los pilares sobre los que se sustente la actividad de cualquier administración pública. Al final, todos producen carne y todos lo hacen esforzándose en tener unos inigualables estándares de calidad.