¿Tres ordeños en dos días?
Ante la eterna duda de si es preferible ordeñar dos, tres o incluso cuatro veces al día, la respuesta es: depende. ¿Y por qué no tres veces cada dos días? Es decir, un ordeño cada 16 horas de media, o bien aplicando intervalos de 12 y 18 horas alternativamente.
Cada sistema tiene sus ventajas o puntos positivos y sus inconvenientes y hoy explicamos los que presenta esta alternativa rompedora, según un estudio que ha sido publicado en las últimas semanas.
Persiguiendo una posible reducción de las necesidades de mano de obra, así como flexibilidad a la hora de la realización de las tareas de la explotación, Eadwards, McMillan et al. , diseñaron un experimento en el que participaron un total de 116 vacas frisonas, de las cuales 37 eran primíparas y 79 multíparas, todas ellas repartidas de forma aleatoria en cuatro granjas semi-extensivas con carga ganadera de 3,5 vacas/ha.
Las de la primera explotación, a modo de población muestra de control, se ordeñaron durante todo el estudio dos veces cada día, con intervalos entre ordeños de 10 y 14 horas, sucesivamente. En cambio, los otros tres grupos se ordeñaron tres veces cada dos días, siguiendo un esquema de intervalos: 12h – 18 h – 12 h.
Para evitar diferencias significativas en cualquier factor que pudiera influir o sesgar el devenir del experimento, distintos parámetros de la base animal, el pasto y la explotación fueron analizados por métodos estadísticos, descartándose la existencia de posibles influencias por parte de ellos.
La toma de datos se realizó en diferentes momentos, tomando como variable independiente el número de días en lactación. Los resultados obtenidos arrojaron una disminución del volumen de leche obtenido sólo del 11%. Los contenidos en proteína y en lactosa también disminuyeron, con decrementos del 8 y el 12 por ciento respectivamente.
Sin embargo, la puntuación en condición corporal de los animales al final de la lactación resultó ser un 6% mejor, lo que resulta especialmente interesante de cara a la fertilidad y a afrontar una nueva gestación. Así mismo, los animales invirtieron un 30% menos de energía en caminar. En cuanto al contenido graso de la leche, éste fue invariable, independientemente de los sistemas empleados.
La ingesta de pasto, así como la calidad de la leche y sus propiedades o contenidos en el resto de componentes no citados, se mantuvieron parejos a lo largo de la lactación entre los dos sistemas probados.
Entre las conclusiones más relevantes, se encuentra la posibilidad e incluso rentabilidad, del ahorro económico que supone el prescindir de una de cada cuatro lactaciones, frente al sistema de dos lactaciones diarias. No sólo implica un ahorro directo de costes de mano de obra y costes de explotación: energía, insumos, desgaste de los equipos…sino que también reduce los tiempos en los que las hembras se encuentran desplazándose, en ordeño o esperando para entrar a la sala o para salir de ésta. Estos tiempos, son improductivos, pues el animal no se encuentra alimentándose o reposando, y provocan una menor producción de leche durante los mismos.
En definitiva, resulta primordial analizar cuáles son los objetivos perseguidos y las prioridades en la explotación. Así por ejemplo, el destino final de la producción puede hacer decantarse por un sistema u otro. Un ordeño más continuado aumenta la producción y la cantidad total de proteína generada. Sin embargo, implica unos importantes costes adicionales de mano de obra, a la par que el contenido en grasa del producto final no presenta variación significativa.
La respuesta no es única, dependerá de los condicionantes que rijan en cada granja, así como del tamaño de la misma y el destino final de la producción, fundamentalmente. Sin embargo, quizá haya llegado el momento de tomar papel y bolígrafo, o las herramientas informáticas pertinentes, y analizar al detalle cuál es el sistema preferible y más rentable para cada cual.
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