Consejos para sorprender con carne de vacuno en Navidad sin desperdicio alimentario
La diversidad de razas, las indicaciones geográficas protegidas, la variedad de cortes y, sobre todo, la producción y comercialización de carne de animales más jóvenes y alimentados con cereales y oleaginosas de alto valor nutritivo convierten a la carne de vacuno de nuestros productores europeos en ingrediente único por su sabor, terneza, jugosidad, digestibilidad y calidad.
El producto busca la excelencia y reivindica sus valores positivos en el contexto de una dieta variada y equilibrada, en la que no puede faltar el ejercicio físico regular.
La carne de vacuno se integra en un exigente Modelo de Producción Europeo, caracterizado por el cumplimiento de los estándares más exigentes del mundo en seguridad alimentaria, trazabilidad, respeto al medioambiente y bienestar animal. El amplio abanico de sus cualidades organolépticas y la variedad de texturas y sabores atrae la atención de los más prestigiosos chefs del panorama actual, entre los que destaca Íñigo Urrechu, firme defensor de los alimentos de excelencia pegados al territorio y el uso racional de los alimentos para “aprovechar todo” en la cocina.
“Contamos con cortes nobles maravillosos como el solomillo o el lomo, que son bien conocidos y demandados por los consumidores, pero también otras alternativas que son muy versátiles como la tapilla o la babilla, por poner solo dos ejemplos, que te sirven para preparar desde filetes, a carne guisada pasando por hamburguesas o inclusosteak tartar. ¿Qué otro producto en el mundo te ofrece la posibilidad de hacer platos fríos, calientes, de cuchara, a la plancha…?”, explica el chef, embajador de la campaña de información impulsada por Provacuno: ‘Hazte Vaquero’.
Recuerda por ejemplo que, al elaborar un solomillo, es habitual que queden recortes en crudo y también que sobre algo de producto cocinado:“Qué hago yo en mi casa? Pues, cojo ambos y los pico. La carne fresca la rehogo con cebolla, zanahoria, un poco de ajo bailando en el aceite de oliva virgen extra, y cayena; luego añado el sobrante que tenía ya cocinado y picado y lo mezclo todo junto con especias, romero, tomillo, pimienta… Lo pongo en la base de la bandeja; encima coloco un puré de patatas maravilloso y lo meto a gratinar. ¡Nos sale un pastel de carne fantástico! Es un plato muy palaciego y regio. Digno de cualquier restaurante de lujo, pero al mismo tiempo muy asequible, aprovechando hasta el último gramo de la materia prima”.
Las posibilidades son amplísimas, con mil y una recetas posibles, cuando se aproximan fechas para compartir en torno a una buena mesa: Canelones rellenos de ternera; fricandó; lomo a la sal; tataki de lomo bajo; láminas de solomillo y suero de cebolletas; aliño de lomo; embutido de lengua con mostaza y alcaparras; solomillo de buey adobado con consomé de rabo de vaca y encurtidos; carrillera de ternera estofada con vino tinto y champiñones o el muy navideño ‘solomillo Wellington’.