Facilidad de parto, ¿cómo encontrarla?

El parto y alumbramiento conforman un momento clave en el ciclo reproductivo, pero también productivo de la vaca, en singular, y del rebaño en su conjunto. Sin embargo, lejos de poder programarse su momento y duración, éste, dentro de unos márgenes, puede sorprender al ganadero

Si el parto es correcto, esto no supone un problema. Sin embargo, en ocasiones relativamente frecuentes, aparecen los conocidos partos distócicos, difíciles, problemáticos…

Mientras que en las explotaciones extensivas resulta especialmente complicado de atender por encontrarse los animales dispersos por la superficie que ocupan, en las intensivas puede parecer más sencillo, si bien el parto puede desencadenarse en cualquier momento del día. En cualquier caso, en muchas ocasiones, el horario nocturno es el escogido por los terneros para venir al mundo y eso dificulta aún más, si es la atención del parto por los responsables de la explotación o del veterinario.

Los sistemas de sincronización de celos, inseminación y partos podrían parecer de ayuda en este sentido, maximizando la atención en la explotación en la temporada de alumbramientos. No obstante, el problema que aparece en este caso es un aumento significativo de las necesidades de mano de obra experimentada, pues pueden concatenarse partos necesarios de atención, o incluso simultanearse.

Como si del santo grial de la reproducción del vacuno, en este caso lechero, pero también de otra aptitud se tratase, los genetistas y veterinarios han dedicado incalculables horas y numerosos proyectos a lo largo de las últimas décadas, intentando localizar dónde se ubican y cómo funcionan los genes responsables de estos caracteres.

A nivel fenotípico, ésta recae tanto sobre características maternales como del propio ternero que alumbra. En el caso de la primera, fundamentalmente, es función del estado y tamaño del canal pélvico. La ausencia de enfermedades, adecuado estado de madurez, y una anatomía suficientemente desarrollada asegura un aparato reproductivo apto para un parto sin complicaciones. A ello, habría que añadir una frecuencia e intensidad suficientes de contracciones uterinas.

En la parte que al ternero corresponde, la inexistencia de partos múltiples, el tamaño del mismo y su posición resultan factores de peso para facilitar o dificultar el momento de su expulsión.

Pero, a nivel genético, ¿cómo se encuentran correlacionados los parámetros anteriores? ¿Existen otros que influyan? ¿Pueden relacionarse entre sí?

La respuesta resulta compleja, pero existe. Dado el importante número de factores intrínsecos citados, a los que es preciso agregar los extrínsecos, y dado que estos cuentan con control poligénico para la expresión fenotípica, se recurre habitualmente a los modelos lineal y umbral para estudiar el fenómeno, como establecen autores como Cortés LaCruz, X. o Lopez de Maturano, en estudios que si bien llevan realizándose tiempo, cada vez resultan más precisos y hallan datos más exactos con conclusiones derivadas actualizadas.

madre con ternero recién nacido
Vaca con su ternero recién nacido

Considerando que los genes recibidos para el individuo objeto de estudio proceden de línea paterna y materna, será preciso realizar el análisis previo al cruzamiento de estos para conocer el potencial genético de que disponen en este sentido.

En el caso de los toros, objeto de la investigación realizada en frisona, pueden ser de la propia raza o de razas diferentes, logrando un cruzamiento industrial que puede favorecer o no la facilidad de parto y es un efecto más a tener en cuenta.

Así pues, el modelo planteado tiene en consideración el efecto por el manejo del rebaño, tanto en el año de la inseminación como en años anteriores y posteriores, el citado efecto por la raza empleada, el momento del año en que tiene lugar el parto (pues resulta influyente), el número de parto de la hembra que alumbrará el ternero, el sexo de la futura cría, el efecto genético directo procedente de todos los loci en que se alojan los genes que influyen sobre el fenotipo descrito en párrafos anteriores y, por último, a modo de error, todos aquellos factores adicionales que tienen influencia pero que, bien por su escaso peso, bien por desconocimiento, resulta inviable o poco interesante cuantificar.

Como puede inferirse del modelo descrito, únicamente, uno de los múltiples factores intervinientes hace referencia a la genética, si bien este puede ser un sumando más relevante que otros para el cómputo general de la fórmula. Además, los resultados de este estudio en particular, y para esta raza, arrojaron que resultaba beneficioso el empleo de toros frisones para lograr mayor facilidad de parto en hembras de la misma raza, frente a los de razas distintas.

Para la evaluación de hembras, los factores determinantes empleados serían muy similares, si bien en muchas ocasiones, podría evaluarse directamente la influencia de los primeros (paternos) y los segundos (maternos), como su conjunto manifiesto en el propio feto engendrado, incorporando en lugar del efecto directo genético procedente del padre, el efecto genético materno de la hembra y el propio valor genético de la misma a la ecuación.

En el caso de análisis de otros tipos genéticos fuera de la Holstein, como es el caso de la Parda de Montaña, fundamentalmente empleada para aprovechamiento cárnico, pero también valorada y empleada en algunas ganaderías por su rendimiento lechero con un contenido en sólidos idóneo para extracto quesero, los modelos planteados no son ni mucho menos radicalmente diferentes.

Bien es cierto que la morfología de madre y ternero, el manejo, momento de los partos y, en definitiva, todos los factores descritos pueden ser distintos, pero esto hará variar los valores asociados a cada uno de los sumandos empleados en el modelo que relaciona el valor final de clasificación del individuo por su facilidad de parto, pero se comprueba que no es patente la necesidad de emplear modelos ostensiblemente diferentes, por lo que, llevando los parámetros descritos a sus mejores exponentes, independientemente de la raza explotada, se favorecerán los partos exitosos en la explotación.

La evaluación de validez de los modelos en ambos casos expuestos se realiza también de manera similar: tabulando los partos en función de la dificultad de los mismos de 0 a 5, donde se escala desde el parto sin necesidad de ningún tipo de asistencia hasta partos anormales con complicaciones severas, pasando por necesidad de ayuda mecánica en diferentes grados para la extracción del ternero y técnicas quirúrgicas de cesárea, respectivamente. Así, puede comprobarse cómo la mejora de todas las circunstancias inherentes a la facilidad de parto conduce a una mejora de los resultados reproductivos de la explotación.

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