#sábadocanalla: Que no nos coman el terreno

Los sectores agroalimentarios, igual que ocurre con otros sectores económicos, tienen que asumir que compiten en un mercado que ya es casi plenamente global, exceptuando aquellas barreras arancelarias que todavía existen en el mercado internacional. Pero en el seno de la Unión Europea, el libre movimiento de personas y de mercancías es todo un hecho incontestable que ya no tiene marcha atrás. Y que no lo tendrá.

Competir en un mercado global siempre es más complicado, ya que hay que intentar adaptarse a las necesidades y las demandas de consumidores más complejos, además de tener un incremento notable en el número de competidores que buscan el mismo nicho de mercado. El vacuno de carne no es ajeno a estas dinámicas.

Ya hay grandes cadenas de distribución en España que venden filetes de vacuno de Irlanda. Lógicamente, están en su pleno derecho, pero lo que resulta llamativo es que esa apelativo ‘de Irlanda’ se destaque como un valor añadido. Leyendo un poco más la etiqueta, se señala que se trata de carne de pastos y, si uno es un poco puntilloso, puede descubrir que el color rojo de la carne es más brillante que el resto de bandejas del lineal. ¿Acaso no existen pastos en España en los que se alimentan los ejemplares de la cabaña local? ¿No son de la misma, y seguramente de mayor calidad, que la carne irlandesa?

Son preguntas retóricas. Está clara la respuesta. La diferencia es la labor de marketing y comunicación que llevan realizando los países de las islas, incluyendo al Reino Unido, durante los últimos años, buscando consumidores en otros países y comiendo terreno a las producciones locales. Esa es la única diferencia.

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