Una vida de docencia con ADN ganadero
Argimiro Daza (Casar de Cáceres, 1949) es la combinación de lo académico y lo pragmático, de la tradición y de las últimas novedades. Con cuarenta años de experiencia a sus espaldas en la docencia, es catedrático de Producciones Animales y Profesor Emérito de la Escuela de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid, la mejor universidad española en Ingeniería y Arquitectura que ocupa el puesto 58 en la escala mundial según el ranking QS del año 2022. Pero desde antes de ser profesor, desde su infancia, Argimiro es ganadero. Lo lleva en los genes, como la investigación. Varias generaciones atrás, sus ancestros comenzaron con la cría de ganado vacuno de carne y de ovino de carne-leche, y él ha plasmado todo su saber en distintas publicaciones y libros.
Desde su Extremadura natal, en las inmediaciones de la capital cacereña, Argimiro nos concede esta entrevista, donde nos da algunas de las claves fruto de su trayectoria profesional y de su amplio dominio del sector.
P. Vivimos una crisis generalizada que afecta al sector ganadero, ¿Cuál consideras que puede ser la solución más coherente y efectiva?
R. Como es sabido, la crisis actual la ganadería española es causa del incremento inusitado de las materias primas y de la energía. España es un país deficitario en cereales y leguminosas. Disponemos de una ganadería intensiva potente (porcino y aves) y tan sólo 17 millones de hectáreas de cultivo, por lo que tenemos que recurrir inexorablemente al mercado exterior. Tampoco somos soberanos en energía fósil. Como consecuencia, deberíamos procurar en el futuro implementar políticas dirigidas a aumentar la producción nacional de cereales a través de la mejora genética, aumento de la superficie de regadío (lo que parece lógico en un país del sur de Europa con una fracción importante de superficie semiárida, pero en los últimos años la política hidráulica en España ha brillado por su ausencia), mayor permisividad en la utilización de fertilizantes y fitosanitarios, etc. Entiendo que, en este sentido, la política medioambiental de la UE-27 debería ser urgentemente revisada apoyándose en criterios científicos y técnicos serios y contrastados, ya que parece que la política y los consumidores no parecen estar dispuestos a pagar adecuadamente sobreprecios inherentes a la ética del bienestar animal y a la protección medioambiental. Personalmente me da la impresión de que al menos una fracción importante de los técnicos y científicos agrarios asesores de los legisladores comunitarios conocen poco la realidad de las empresas agrarias de la UE, a pesar de sus brillantes oposiciones ganadas tras el estudio de un conjunto de temas puramente teóricos. No deja de ser paradójico e incluso irónico que, en la trastienda, la UE permita importaciones agrarias de otros países con reglas medioambientales mucho menos rigurosas que las exigidas por ella, simplemente por intereses políticos y comerciales poco meditados. La extraordinaria influencia en el voto de las ideas ecologistas, ambientalistas, animalistas, etc. muy arraigadas en el mundo urbano, fatalmente impregnado de una escandalosa incultura rural, de la cual entiendo que no es culpable, lleva generando, desde hace décadas, serios problemas económicos al sector agroalimentario. Es inexplicable que, dada esta situación, no de hoy sino de ayer, la política educativa no incluya en los estudios primarios y secundarios al menos una disciplina referida a la Producción de Alimentos, que explique el papel de la Agricultura en la sociedad (por cierto, asignatura que fue paradójicamente considerada por la política educativa de la primera mitad del siglo XX, época en la que, como todos sabemos, una fracción relevante de la población era rural).
De otra parte, las crisis de la ganadería, han tenido siempre como víctima principal al sector productor no contando, generalmente, con la solidaridad del resto de los eslabones de la cadena de comercialización ni con el apoyo de la política del momento. Por ello debe jugar una misión fundamental la reciente ley de la Cadena Alimentaria de febrero de 2020, por la cual ningún eslabón de la cadena debe percibir un precio inferior al coste de producción. Esperemos que la precitada ley y su observatorio de control y denunciasen a una esperanza para los ganaderos.
P. La ganadería ha cambiado ostensiblemente en las últimas décadas, ¿Qué es lo que ha permitido llegar a los rendimientos y sistemas de producción que tenemos hoy en día?
R. La ganadería antes de la revolución industrial que aconteció en España en la década de los años 60 del siglo pasado estaba basada en la utilización de razas autóctonas bajo sistemas extensivos de producción muy próximos a los actuales modelos ecológicos (vacuno de carne, ovino, porcino Ibérico). La importación de tipos genéticos selectos mejorantes y el desarrollo de la industria de los piensos compuestos y de las cooperativas se tradujo en la consolidación de la ganadería intensiva absolutamente necesaria para proporcionar a los ciudadanos proteína de buena calidad biológica a precios asequibles por las rentas más bajas (carnes de cerdo blanco, pollo y conejo, leche de vaca, huevos). Este fue el extraordinario papel social que jugó y que actualmente juega la ganadería intensiva tan denostada por la ignorancia urbana sumergida en emociones animalistas, ecologistas y otras neo-ideologías al uso respecto al mundo rural.
Al tiempo, los avances acontecidos en fisiología, nutrición y alimentación y sanidad animal derivaron en una mejora del rendimiento técnico y económico de los modelos de producción ganaderos tanto extensivos como intensivos. Y en tales avances, justo es decirlo, estuvieron y están actualmente involucrados agrónomos, veterinarios, biólogos y ganaderos ilustrados, eficaces colaboradores en los programas de mejora animal nacionales, programas, algunos de ellos con logros importantes, que indudablemente han impulsado el desarrollo de la ganadería española.
P. Como ganadero, ¿Cómo ha sido tu trayectoria? ¿Qué raza y qué tipo de explotación gestionas?
R. Como ganadero he sido fundamentalmente de ganado ovino de carne-leche y de vacas nodrizas. El ovino lo abandonamos a finales del siglo pasado pos falta de mano de obra especializada dispuesta para el ordeño y la elaboración artesanal de “el queso del Casar”. Y fue una pena porque el ovino de carne–leche (ovejas merinas o entrefinas) en aquel tiempo generaba una apreciable rentabilidad y un producto de una calidad culinaria de primera magnitud. De todos es bien conocido la extraordinaria calidad de la “Torta del Casar”. Posteriormente mi actividad se centró solamente en la producción de terneros pasteros al destete con 5-7 meses de edad destinados a los cebaderos paja/concentrado de las zonas cerealistas (Castilla y León, Castilla –La Mancha, Aragón, etc.) Como quiera que hay que producir lo que demanda el mercado el modelo de producción que adopté está basado en madres cruzadas (Charolés x Retinta) y padres Limusín. Co ello logro facilidad de parto y buen peso y buena venta de los terneros al destete muy asumibles por los cebaderos al ser animales con unos buenos índices técnicos (crecimiento diario, conversión del pienso, calidad de la canal) y calidad de la carne.
La explotación de vacas nodrizas en Extremadura ha experimentado un auge inusitado en las últimas décadas sobre todo en la provincia de Cáceres. En este sentido, si se me permite un apunte docente, a mi juicio, los aspectos clave de la explotación de vacas nodrizas en la Dehesa son: parideras concentradas de 4-6 meses en otoño-invierno, buena condición corporal de las vacas al parto, suplementación con paja y/o tacos con un 10-12% de proteína en otoño-invierno según año, programa sanitario según consejo veterinario y suerte en las campañas de saneamiento ganadero (ausencia de tuberculosis).
P. Las vacas no pisan la universidad, ¿Dónde confluyen tus dos mundos? ¿La investigación te ha permitido hacer de nexo entre ambos? ¿Cómo?
R. Me alegra la pregunta porque me da pie a que hable un poco sobre la relación Universidad – Empresa. Yo inicié mi actividad investigadora, por cierto, a coste cero, recabando datos de explotaciones ganaderas de porcino y de vacuno y ovino extensivo (evidentemente entre ellas la mía y próximas). Se trataba de trabajos de gestión de tipo descriptivo que los publicábamos en revistas científicas y divulgativas españolas y en Congresos Nacionales. Posteriormente ya accedimos a proyectos nacionales subvencionados por entidades estatales, comunidades autónomas, diputaciones y empresas nacionales e internacionales (proyectos CICYT, CDTI, experimentos Universidad- Empresa bajo el amparo de la norma de la Ley de Reforma Universitaria, etc.) Los resultados fueron sucesivamente publicados en revistas nacionales e internacionales de impacto y, la verdad, escasamente divulgados en el contexto ganadero. Efectivamente, afirmo que la investigación es el nexo de unión entre Empresa y Universidad y la relación entre ambas supone progreso científico y social, relación que, al contrario que en otros países desarrollados, en el nuestro país no se ha potenciado lo suficiente y creo que por culpa de ambas partes y por los escasos recursos que tradicionalmente nuestro país ha dedicado y sigue dedicando a la investigación e innovación.
P. La tecnificación de la producción animal ya es una realidad en casi la totalidad de las explotaciones, ¿cuál es el papel del ingeniero agrónomo en las mismas?
R. El ingeniero agrónomo especialista en ganadería como todo ingeniero aplica las ciencias básicas con criterios económicos. Es gestor técnico-económico de explotaciones, diseña programas de alimentación, de mejora genética y de manejo y, sin duda es el proyectista ganadero idóneo, porque dispone de conocimientos relacionados con el diseño, el cálculo y el análisis económico-financiero del mismo, por lo que es un profesional que debe estar involucrado en aspectos tan importantes como el bienestar animal, la bioseguridad de las explotaciones y el respeto al medio ambiente. Tampoco olvidemos su deseable y loable misión en el desarrollo científico y técnico en el ámbito de los organismos de investigación de las diversas administraciones públicas, así como en las grandes empresas que cuentan con programas de experimentación, investigación aplicativa e innovación Este conjunto de funciones precitadas, referidas al escenario de la explotación ganadera, afirma el importante papel del ingeniero agrónomo en la Producción de Alimentos.
P. La dehesa es un ecosistema mágico, único, ¿Cómo se lo explicamos al que no la conoce? ¿Cuál es el papel del toro de lidia en la dehesa?
R. La Dehesa es un ecosistema agroforestal pastoral que fascina e impresiona al que lo visita. Es el solar de la ganadería extensiva de la España seca, donde coexisten, bajo modelos de producción sostenibles, explotaciones ganaderas de las especies bovina, ovina, caprina y de porcino Ibérico con la actividad cinegética (caza mayor y menor) y el aprovechamiento forestal (corcho, leña y carbón vegetal) ofreciendo al mercado nacional e internacional productos de extraordinaria calidad alimentaria y organoléptica (quesos de oveja y cabra, productos elaborados del cerdo Ibérico, carne de vacuno y pequeños rumiantes, etc). La Dehesa es la máxima expresión del bosque mediterráneo y de la biodiversidad vegetal y animal ofreciendo una gran riqueza paisajística. En ella se han desarrollado los dos principales aportes españoles a la ganadería mundial: el cerdo Ibérico y el toro de Lidia.
El toro de Lidia es el principal protagonista de la Dehesa, se desenvuelve en una extensión de más de 400.000 ha y, bajo una simbiosis adecuada con ella, contribuye junto con otros genotipos bovinos y otras especies ganaderas al mantenimiento del ecosistema (aporte de materia orgánica, prevención de incendios) y al freno de la emigración rural. La raza de Lidia integraba hace años alrededor de 190.000 cabezas totales de las cuales en torno de 60.000 eran vacas de vientre insertas en unas 1.000 explotaciones. La crisis sanitaria de la COVID- 19, que casi paralizó la actividad taurina durante las temporadas de 2020 y 2021, unida a la crisis económica actual: subida inusitada de la alimentación, energía, transporte, mano de obra, junto a la reducción de las subvenciones ganaderas de la UE, del número y de las ayudas municipales de los festejos mayores (corridas de toros, novillos y rejones), de los precios de venta de los animales ante la amplia oferta, de lo que se han lucrado algunos empresarios, et. se ha traducido en una situación dramática de la ganadería brava que está provocando la caída del censo de vacas de vientre (10-15%) y de añojos (40-45%) y el abandono o cambio de actividad total o parcial a bovino manso de algunos ganaderos Esto evidentemente afecta negativamente ala Dehesa y a la Tauromaquia, lo que nos genera tristeza y melancolía, dado que la Tauromaquia, Patrimonio Cultural desde 2013 tiene un relevante papel social, económico y cultural en nuestro país. Así, antes de la crisis, generaba anualmente alrededor de 2.500 millones de euros y más de 200.000 empleos directos e indirectos y un sinnúmero importante de inducidos no estimados derivados de la actividad taurina. No debemos tampoco olvidar la belleza y emoción inherentes a la Tauromaquia, de ahí su estrecha relación histórica y actual con las bellas artes arquitectura, escultura, pintura, literatura, música, cine, etc.
P. De cara a las nuevas generaciones de ganaderos, ¿Cuál sería el consejo más apropiado para ellos?
R. Sin duda incidiría fundamentalmente en su formación. El ganadero moderno tiene que ser consciente que la empresa ganadera es una empresa más que integra con otras la actividad económica general. Por lo tanto, su formación debe estar basada en adquirir conocimientos suficientes sobre gestión técnica y económica que le permita tomar decisiones adecuadas. Sería muy deseable que el ganadero del siglo XXI, además de poseer un bagaje suficiente de conocimientos técnicos y de cultura sanitaria, supiera manejar aceptablemente el capítulo económico especialmente el cálculo de los costes de producción, aspecto de gran utilidad para detectar los puntos fuertes y débiles de su explotación ganadera (y muy de actualidad por aquello de la Ley de la Cadena Alimentaria) y, como consecuencia, tomar medidas correctoras, de manera que las decisiones técnicas que tomar deben estar precedidas por análisis económicos previos. El éxito del ganadero moderno debe apoyarse en un manejo adecuado de la alimentación y de la sanidad animal y en estrategias correctas de comercialización, así como en la apertura de la empresa a la digitalización que facilite y agilice la gestión tanto técnica como económica.
Evidentemente la formación se adquiere mediante esfuerzo, motivación y vocación leyendo, estudiando, contrastando ideas, asistiendo y participando en cursos de actualización ganadera y conviviendo con otros ganaderos en el marco de sindicatos agrarios, asociaciones ganaderas y cooperativas. El personalismo/individualismo en el campo, en nuestros días, es altamente pernicioso. La ganadería del siglo XXI, que ya ha pasado por varias crisis y que, sin duda, se repetirán, necesita con urgencia ser gestionada por ganaderos ilustrados para lograr competitividad y sostenibilidad económica. No olvidar el adagio secular de nuestros padres “guardar en la época de las vacas gordas para paliar la situación en la de las flacas”.