El Secado. Importancia y consideraciones de las semanas anteriores al parto
Todos somos conscientes de que cuando una industria detiene su producción para realizar determinadas labores de mantenimiento, engrasado de máquinas, mejora, limpieza…se está realizando una tarea fundamental para que a su vuelta a la fabricación todo vaya rodado y, si cabe, incluso de forma más eficaz, eficiente y, por ende, más productiva.
cierto que cuentan con un sistema productivo y secretor de leche que se encuentra activo durante cada vez más largas lactaciones, sin reposo. Es por ello, que resulta indispensable programar entre lactación y lactación un periodo seco suficiente, para el descanso del organismo del bóvido.

El secado se impone durante las semanas anteriores al parto por distintos motivos, todos ellos lógicos. La curva de lactación decae notablemente, en función de las diferentes razas e individuos pero a partir del sexto mes de lactación, con valores productivos que cada vez resultan menos interesantes económicamente.
Además, durante el último tercio de la gestación, es decir los meses del séptimo al noveno, se desarrollan aproximadamente dos terceras partes del ternero, en términos de peso. Para ello, es preciso que la madre disponga de nutrientes bastantes para transferir mediante la placenta y que se asimilen en el feto conformando tejidos. La lactación es un importante output, pues no solo se invierte en ella los nutrientes que incorpora la leche, si no a nivel energético, los que son precisos para su síntesis y secreción. En definitiva, se requiere este flujo de nutrientes hacia el feto.
Con el desgaste corporal que conlleva la lactación por los motivos citados, el secado ofrece al bóvido una excelente oportunidad de mejorar y aumentar su condición corporal, para al parto, alcanzar un nivel cercano a 3.5 puntos, que le permitirán afrontar éste satisfactoriamente, a la par que estar preparada para la lactación ulterior.
No obstante, el secado resulta ser un momento delicado: una ejecución negligente del mismo o el hecho de obviar algún detalle puede conllevar la aparición de mastitis, entre otros problemas.
Existen ciertos imperativos para el éxito del proceso, garantizando la consecución de los objetivos planteados, pero también consideraciones y matices, que todos ellos se reflejan a continuación:
- Sellado y cánulas de secado: la aplicación de medicamentos específicos mediante las cánulas de secado, y posteriormente, un sellante de la ubre de parafina o cualquier otro material específico para ello disminuye ostensiblemente el riesgo de mamitis. Sin embargo, debe realizarse previa higienización de pezón, con un desinfectante apropiado y mediante limpieza manual independiente para cada uno, asegurando que las jeringas empleadas no están en contacto absoluto con cualquier otro elemento, del propio cuerpo de la vaca o no, con que puedan contaminarse. De suceder esto, podría introducirse al interior de la ubre la infección y, sellándola, provocar un problema mucho más grave del que se busca evitar.
- Escalonamiento: el proceso de secado comienza con la involución productiva. Para ello debe reducirse de forma escalonada o progresiva la frecuencia de ordeño. Sin embargo, este escalonamiento no debe alargarse demasiado en el tiempo. Emplear alrededor de cuatro días para reducir desde veinte o veinticinco kilogramos de leche diaria a cero, debería ser suficiente. No se debe temer este fuerte descenso, puesto que prologarlo en el tiempo excesivamente puede conducir a problemas inflamatorios e infecciosos.
- Confort: las vacas secas deben considerarse de la misma manera que las que se encuentran en producción, máxime por el hecho de además encontrarse preñadas. Tomar en cuenta factores como la ventilación, temperatura, humedad, alimentación o cambio de cama, entre otras debe realizarse así como se hace para el resto de animales en ordeño en la explotación.
- Alimentación: la ración durante este tiempo debe ser diferente, puesto que los objetivos perseguidos a la vez que las necesidades de la vaca son distintos. Resulta imprescindible considerar un aumento notable de la ingesta de fibra, habitualmente se continúa suministrando en forma de paja por sus cualidades para el aparato digestivo del rumiante, a lo que se suma la palatabilidad del animal por este producto. Además, debe limitarse el acceso al pasto fresco, asegurar un nivel proteico de alrededor del 13% y limitar en términos energéticos la composición del alimento, especialmente cuando existe riesgo en la gestante de sobrepasar los 3.75 puntos de condición corporal al parto.
- Duración: garantizar un periodo seco suficientemente largo es condición sine qua non para no comprometer la producción de la lactación posterior. Idealmente, es preceptivo un secado de alrededor de 60 días. Sin embargo, a medida que ha avanzado la genética y asumiendo algo de riesgo, en muchas explotaciones los secados se reducen algunos días. En cualquier caso, existe evidencia científica de que acortarlo a menos de un mes provoca siempre influencia negativa sobre la lactación que viene a continuación.
- Observación: por último, como se refleja en las consideraciones anteriores, el ganadero se ve inmerso en un virtuoso proceso en el que debe considerar numerosos factores y llevar un manejo específico. La observación de los animales es lo único restante para asegurar el éxito para una lactación subsecuente sin complicaciones ni altibajos. Es preciso incrementar las labores de inspección y vigilancia de la ubre en especial de cada uno de los animales, especialmente en los días de involución de la lactación y tras el sellado.